
La cabeza alargada, sin embargo, no constituía una característica de la anatomóa de Pericles, sino un rasgo habitual de las estatuas provistas del yelmo, según se ha destacado recientemente. Parece ser que, en realidad, el problema de Pericles era más bien una calvicie prematura. Otra de las acusaciones malintencionadas acerca de su figura era su extraordinario parecido con el tirano Pisístrato, hasta el punto de que a sus allegados se los denominaba "los nuevos pisistrátidas", con todas las connotaciones peyorativas que dicha denominación tenía para los atenienses.

Tras tres décadas de hegemonía indiscutida sobre Atenas, Pericles vio cómo la oposición contra su gobierno se hacía cada vez más fuerte. Colaboradores y allegados del gran estratego se convirtieron en víctimas propiciatorias de los ataque de sus enemigos; tal fue el caso de su amante Aspasia, del escultor Fidias o del filósofo Anaxágoras, acusados todos ellos de impiedad.
La vida familiar de Pericles no escapó a este clima de hostilidad y reveses. Hacía tiempo que se había separado de su esposa legítima, de la que tuvo dos hijos, Jantipo y Páralo. Pericles mantuvo tirantes relaciones con el primero de ellos, Jantipo, quqien, airado porque su padre le había negado un préstamo, difundió la especie de que su propia mujer había sido seducida por él. En cambio, mostró siempre un gran afecto hacia su otro hijo, Páralo.
Los dos vástagos murieron por efecto de la peste que se abatió sobre Atenas en el año 429 a.C. Según cuenta Plutarco. Pericles contuvo sus emociones por todos ellos, excepto por Páralo :" el momento de colocar sobre el cadáver una corona, se dejó vencer por el dolor ante su vista y rompió en sollozos, cuando nunca había hecho nada semejante en el resto de su vida". Destituido poco antes por una maniobra de sus enemigos, un cambio de humor del pueblo lo devolvió al poder. Pero el gran político sucumbió enseguida al mismo contagio que se había llevado a tantos de sus allegados.


La defensa de Aspasia - Vilipendiada como prostituta y celestina, Aspasia, la amante de Pericles, fue finalmente llevada a juicio por impiedad. Asumiendo personalmente su defensa. Pericles logró su absolución tras derramar en el tribunal "más lágrimas que si su vida y sus bienes estuvieran en peligro", según cuenta Ateneo. La opinión se volvió entonces en favor de la pareja, hasta el punto de que poco después un tribunal ateniense legitimó al hijo que ambos habían tenido.

Fidias, víctima propiciatoria - Para perjudicar a Pericles, sus enemigos atacaron a uno de sus colaboradores más ilustres, el escultor Fidias. Según Plutarco, en 433 a.C. lo acusaron de haber robado oro de la estatua de Atenea que se le había encargado para el Partenón. Pericles se encargó de su defensa, y se demostró que la acusación era falsa. En un segundo proceso Fidias fue condenado por blasfemia, por haber representado a sí mismo y a Pericles sobre el escudo de la diosa.