El estrés nuestro de cada día
Siempre que las respuestas de estrés se repiten con mucha frecuencia o intensidad, el organismo encuentra dificultades para recuperarse y se manifiestan trastornos médicos y psicológicos asociados
CAUSAS DE NUESTRO ESTRÉS COTIDIANO
· Posponer la toma de decisiones. La engañosa tranquilidad que nos invade cuando 'dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy', no nos deja ver que nuestro cerebro seguirá activado por ese problema y que las tareas se acumulan hasta que la situación nos sobrepasa.
· No desconectar de nuestros problemas y trasladarlos de un ámbito a otro. Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa. Intentar acabar un informe mientras estamos con nuestros hijos no sólo nos estresa sino que reduce en gran medida nuestra eficacia.
· Me 'preocupo' en vez de me 'ocupo'. Conviene recordar que 'lo perfecto es enemigo de lo bueno'. En demasiadas ocasiones no se halla la solución perfecta, sino la mejor de las posibles o, incluso, la menos mala.
· Los otros y sus necesidades. También las demandas de los otros, sus ritmos de vida, las expectativas que nos crean y cómo nos responsabilizamos en exceso de sus problemas contribuyen a crear estrés. Aunque resulte duro, la única manera de dejar crecer y madurar a los demás es que se enfrenten a sus dificultades.
· No delegar. 'Si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo' dice el saber popular. Lo que no dice es que aplicado con desmesura, uno acaba agotado y enfermo. Invertir en enseñar a los demás y darles confianza es una fórmula para llegar al mismo sitio por caminos diferentes.
· Más tareas y más objetivos. El tiempo no es elástico ni nuestras energías inagotables. La mayor dificultad en tomar una decisión es la inevitable renuncia a tomar cualquier otra diferente. Si queremos hacer algo nuevo, tendremos que dejar de hacer algo que ya estamos haciendo.
· No saber jerarquizar. Cuando las tareas nos sobrepasan, tendemos a realizar las más asequibles y sencillas, y por ello exitosas, en lugar de atender a las que son más importantes para nosotros. La sensación al final del día es que se está agotado sin haber hecho 'nada'.
· No compartir los problemas y las emociones. Siempre que hablamos de nuestros problemas les damos forma y los comprendemos mejor. Y si el contexto es de apoyo, nos permite transformarlos en aceptables e integrables.
· Utilizar estimulantes de forma masiva. Café, tabaco, té o colas aumentan el nivel de activación del organismo, pero también lo estresan.



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