En el tiempo en que el principe Balduino tenía el cetro del imperio de Constantinopla, en el año de la encarnación del Señor de 1250, do nobles y prudentes hermanos, vecinos de la ínclita ciudad de Venecia, se embarcaron de común acuerdo y concierto en el puerto de Venecia en su propia nave, cargada de diversas riquezas y mercancías, y pusieron rumbo a Constantinopla al soplo de un viento favorable bajo la guía de Dios. Así comenzaba el libro que el viajero Marco Polo dictó en 1298, mientras se hallaba cautivo en una mazmorra genovesa, a su compañero de celda. El libro de la maravillas, título con el que terminó conociéndose su obra, narraba todo aquello que vieron y vivieron del él, su padre y sus tios en los viajes y estancias que realizaron en Oriente entre 1271 y 1295.

Cuando los Polo regresaron definitivamente a Venecia, tras más de veinte años pasados fuera, nadie les reconoció, como tampoco creyó ninguno de sus compatriotas las historias que contaban, incluso después de que se rasgasen las vestiduras para dejar caer del forro torrentes de perlas, esmeraldas y rubíes. Durante años Marco Polo tuvo en Venecia fama de exagerado y fantasioso, hasta el punto de que se le dio el apodo de Messer Millione, el señor millón, porque se decía que siempre hablaba de millones.



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1 comentarios:

    ~ R ~ dijo...

    Los viajes de Marco Polo,... Subyugante mi Señora

  1. ... on 1 de febrero de 2009, 20:57