Cabeza de cebolla: el aspecto físico de Pericles.
Plinio el viejo refiere que el célebre escultor Crésilas "realizó una estatua del olímpico Pericles digna del epíteto y gracias a su habilidad hizo parecer todavía más nobles a los hombres que ya lo eran". Aunque las copias que conservamos de esta obra son tan sólo bustos, se cree que la estatua original representaba al político ateniense a escal completa y desnudo, a excepción de un manto eschado sobre sus hombres y un escudo y una lanza indicativos de su estatus militar. Plutarco declara que Pericles tenía un cuerpo bien conformado pero que su cabeza era un poco grande y desproporcionada. Los poetas cómicos que mofaron de esta peculiaridad de su anatomía diciendo que tenía una cabeza "alargada a la manera de una cebolla". Otro poeta cómico, parodiando el epíteto de Zeus " el que amontona las cabezas". Por este motivo se ha creído tradicionalmente que Pericles casi siempre llevaba puesto el casco para disimular dicho defecto.
La cabeza alargada, sin embargo, no constituía una característica de la anatomóa de Pericles, sino un rasgo habitual de las estatuas provistas del yelmo, según se ha destacado recientemente. Parece ser que, en realidad, el problema de Pericles era más bien una calvicie prematura. Otra de las acusaciones malintencionadas acerca de su figura era su extraordinario parecido con el tirano Pisístrato, hasta el punto de que a sus allegados se los denominaba "los nuevos pisistrátidas", con todas las connotaciones peyorativas que dicha denominación tenía para los atenienses.
Los hijos, la amante y los amigos
Tras tres décadas de hegemonía indiscutida sobre Atenas, Pericles vio cómo la oposición contra su gobierno se hacía cada vez más fuerte. Colaboradores y allegados del gran estratego se convirtieron en víctimas propiciatorias de los ataque de sus enemigos; tal fue el caso de su amante Aspasia, del escultor Fidias o del filósofo Anaxágoras, acusados todos ellos de impiedad.
La vida familiar de Pericles no escapó a este clima de hostilidad y reveses. Hacía tiempo que se había separado de su esposa legítima, de la que tuvo dos hijos, Jantipo y Páralo. Pericles mantuvo tirantes relaciones con el primero de ellos, Jantipo, quqien, airado porque su padre le había negado un préstamo, difundió la especie de que su propia mujer había sido seducida por él. En cambio, mostró siempre un gran afecto hacia su otro hijo, Páralo.
Los dos vástagos murieron por efecto de la peste que se abatió sobre Atenas en el año 429 a.C. Según cuenta Plutarco. Pericles contuvo sus emociones por todos ellos, excepto por Páralo :" el momento de colocar sobre el cadáver una corona, se dejó vencer por el dolor ante su vista y rompió en sollozos, cuando nunca había hecho nada semejante en el resto de su vida". Destituido poco antes por una maniobra de sus enemigos, un cambio de humor del pueblo lo devolvió al poder. Pero el gran político sucumbió enseguida al mismo contagio que se había llevado a tantos de sus allegados.
Alcibíades - el discípulo - Con su vida extravagante y libertina. Alcibíades escandalizó a los sectores conservadores de Atenas de un modo parecido a como unos años antes lo había hecho Pericles. De hecho, entre ambos existió una relación directa. Alcibíades estaba ligado al linaje de los Alcmeónidas, y Pericles ejerció de tutor durante su infancia, de modo que muchos críticos atribuyeron al gran estratego el catastrófico papel de su descípulo en la guerra Peloponeso.


La defensa de Aspasia - Vilipendiada como prostituta y celestina, Aspasia, la amante de Pericles, fue finalmente llevada a juicio por impiedad. Asumiendo personalmente su defensa. Pericles logró su absolución tras derramar en el tribunal "más lágrimas que si su vida y sus bienes estuvieran en peligro", según cuenta Ateneo. La opinión se volvió entonces en favor de la pareja, hasta el punto de que poco después un tribunal ateniense legitimó al hijo que ambos habían tenido.




Fidias, víctima propiciatoria - Para perjudicar a Pericles, sus enemigos atacaron a uno de sus colaboradores más ilustres, el escultor Fidias. Según Plutarco, en 433 a.C. lo acusaron de haber robado oro de la estatua de Atenea que se le había encargado para el Partenón. Pericles se encargó de su defensa, y se demostró que la acusación era falsa. En un segundo proceso Fidias fue condenado por blasfemia, por haber representado a sí mismo y a Pericles sobre el escudo de la diosa.


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1 comentarios:

    nuria dijo...

    bueno es muy interesante lo de pericles ya que yo me habia quedado en hercules y algunos mas de hay arriba el olimpo jejeje te dejo algo de los templarios por si quieres añadir o solo por curiosida.
    http://es.wikipedia.org/wiki/Caballeros_Templariosd.

  1. ... on 28 de abril de 2009, 3:01